Realmente, atraviesas carriles que te llevarán por los restos de las antiguas marismas del Guadalquivir. Las marismas abiertas, quedan aún al otro lado de la valla, en el interior del Parque Nacional de Doñana.
No obstante, la valla no significa nada para la fauna salvaje. En muchas ocasiones, el alimento y el refugio, quedan de este lado, por lo que el animal, generalmente un ave, queda aún más cerca.
No obstante, verás crecer las nubes de tormenta.
Podrás sentir como el viento se aproxima y te envuelve.
Podrás oír el silencio roto por la rodada.
Y ver cientos de aves sincronizadas en el aire como un solo cuerpo.